“De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él”,
Lucas 18:17 RV60.
Hoy los niños quizá tengan mejores recursos y servicios a favor que los que han tenido en anteriormente en la historia. Sin embargo, al mismo tiempo, y como nunca antes, enfrentan riesgos que amenazan su bienestar general. Las limitaciones y la dependencia de ellos hacia otras personas los hacen vulnerables a la oscuridad de nuestra sociedad. Pero, ¡Cuánto pueden enseñarnos acerca de nuestra vida de fe!
A menudo, nuestro deseo de aprender de las cosas del Señor se llega a convertir en un frío y mecánico proceso para adquirir conocimiento e información desconectado de los afectos de nuestro corazón. Necesitamos ser como niños que confían y aman a su padre.
Las limitaciones y la dependencia intrínsecas de los niños nos deben recordar no solo nuestras propias limitaciones, sino también nuestra dependencia de Cristo. Los adultos, con los años, nos volvemos ingeniosos para cubrir esos obstáculos y debilidades, buscando felicidad y propósito en la vida en lugares, cosas, y personas diferentes a Cristo.
Las buenas noticias para ti y para mí son que, gracias a la obra de Cristo en nuestro favor y en nuestro lugar, recibimos una bendición espiritual al ser conscientes de nuestros límites y nuestra dependencia de Él. Con una fe sencilla y la confianza genuina de un niño, podemos ser acogidos y protegidos por los brazos de nuestro amoroso Padre Celestial.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.