UNA MADRE QUE SE ESFUERZA POR EL BUEN NOMBRE DE LOS VECINOS.
Juan 2:1-5 nos relata lo siguiente:
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.”
El procurar el buen nombre de los vecinos, representa un gran desafío para nuestros días. No solo para las madres; sino para todos. Desafío porque por un lado, nuestra naturaleza se revela contra tal práctica y por otro lado, la sociedad se ha vuelto muy individualista y competitiva. Por la historia bíblica a la que nos referimos sabemos que en aquel tiempo, el hecho de que se acabara el vino significaba un gran “papelón social”. Para nosotros sería como que en un casamiento se sirva asado y de repente nos avisen que la carne se terminó, faltando servir a la mitad de los comensales; y que se pasaría a servir la torta. Todo comentario posterior, de los invitados; sería con el único propósito de destruir la reputación y el buen nombre de la familia.
Qué se requiere hoy para procurar el buen nombre de los vecinos.
– Vida cultivada de relación con Dios.
– Sensible a las necesidades de los vecinos.
– Abiertos a la socialización.
– Respeto a la vida privada.
UNA MADRE QUE EXPRESA ANGUSTIA ANTE LA PERDIDA DE SU HIJO.
Lucas 2:41–51 nos ilustra este sentimiento:
“Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta.
Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre.
Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles.
Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia.
Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?
Más ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.”
Ante el peligro que asecha a un hijo, todas las madres experimentan angustia y hasta desesperación. Cuando Jesús se les perdió de vista a sus padres, lo buscaron de manera desesperada. No tuvieron la actitud de decir: “Él es el hijo de Dios, nada le pasará”. No quedaron tranquilos en las capacidades de su hijo y en esa ocasión, María fue la única persona que le dio una reprimenda a Jesús: “¿por qué nos haces esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia”. La actitud de María nos enseña a no confiar con demasía en las virtudes y capacidades naturales de los hijos. Los hijos deben saber que si no aparecen a la hora indicada. Los padres se angustiarán y por consecuencia les esperará una reprimenda.
UNA MADRE QUE ACOMPAÑA MUY DE CERCA EL DOLOR Y LA PARTIDA DEL HIJO.
Juan 19:25–27 nos relata una escena conmovedora:
“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.”
El pasaje nos muestra que María, la madre de Jesús, estaba junto a la cruz. Este relato es un pasaje lleno de la ternura de una madre que acompaña el dolor de su hijo. El dolor siempre se mitiga con la presencia de una madre. Por ello la madre siempre debe procurar estar con los hijos cuando pasen situaciones de dolor.
Conclusión:
María fue una madre ejemplar, como tal nos dejó su ejemplo de vida como madre. Antes que adorarla o venerarla, lo mejor que podemos hacer es seguir su ejemplo e imitar su fe. “He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a su palabra”.