El tema fue compuesto por Sheila Romero y está basado en un fuerte mandato de Dios establecido en Isaías 45:22 para toda la humanidad: «Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más». Sheila percibe en ese versículo un estatuto simple y poderoso que muestra el plan de salvación.
La letra de «No hay otro» está compuesta de declaraciones acerca de la personalidad de Dios y de su poder: «En tu presencia, oh Dios, confirmas tu gran y fiel amor. La tierra verá todo tu esplendor». Con la fuerza de su interpretación, Sheila Romero resalta además la protección, sabiduría y obras del Señor: «No nos destruirá la densa oscuridad o el mal. En boca de todos tus obras estarán, algo nuevo harás».
«El Espíritu Santo solo necesita cinco letras para decirnos qué es lo que tenemos que hacer: m-i-r-a-r. Eso es todo. Es la cosa más simple y básica que cualquier persona puede hacer, y sin embargo lo más difícil de hacer en el diario vivir», afirma Sheila Romero.
Para ella, ser líder de adoración conlleva la responsabilidad de dirigir al pueblo de Dios justamente a mirarlo a Él y a rendirse ante su presencia. «Muchas veces las personas llegan con mentes turbadas y cansadas de todos los desafíos que han estado enfrentando en su vida diaria», comenta. «No conocemos sus luchas o aflicciones, pero Dios sí». Indagando en las Escrituras, como es su hábito, Sheila Romero encontró una herramienta empleada por el salmista David de forma recurrente: recordar lo que Dios había hecho, lo que estaba haciendo y lo que haría por su pueblo.
De este modo, la invitación de sus versos es a mirar a Dios, porque «no hay otro que salve, no hay otro que sane, no hay otro que restaure, no hay otro que redima, no hay otro que liberte. No importa el momento oscuro que podamos enfrentar, no te destruirá, porque él venció todo el mal», concluye.
«No hay otro», de Sheila Romero, está ya disponible en todas las plataformas. El videoclip —que fue estrenado el 15 de mayo en el canal oficial de Sheila Romero en YouTube— fue grabado en la ciudad mexicana de Monterrey, bajo la dirección de Luis Abrego.